[Relatos en tiempos de confinamiento] 200 días a la sombra








Hace meses que no hay gente en las calles, no se oyen los gritos de los niños en el parque. Pensábamos que el confinamiento sería por un tiempo breve, pero llevábamos 200 días encerrados en casa. Lo que daba más miedo, era ver la forma en que la gente se agrupaba en torno a los mercados de todos los barrios y empujaba a sus vecinos, era como si las epidemias sacasen lo peor de nosotros. De hecho, ya había empezado el estraperlo, como hicieron nuestros bisabuelos o incluso nuestros propios abuelos en la Guerra Civil.
La vida en Madrid había dejado de existir, ahora era una ciudad fantasma que había perdido todo su esplendor. Las noticias no ayudaban, la gente seguía alterada. Menos mal que podíamos hablar por redes sociales con nuestros familiares y amigos, aunque se nos hacía duro no poder tocarlos ni abrazarlos.
-¡Mierda! No queda papel higiénico
Gritó mi hermano Jeremías desde el baño.
-Normal, llevan 200 días llevándoselo a empujones.
Río mi madre sarcásticamente
-Esta sociedad nunca entenderá que lo que tiene que tener limpio son las manos y no el culo.
Estábamos en la cola, cuando de repente vimos que uno de los cajeros abría las verjas del mercado. Aquello debió ser un soplo de esperanza para los vecinos porque corrieron posesos hasta la puerta. Ahora la gente iba armada, pero, no precisamente con pistolas. Las señoras habían cogido de su neceser, una lima de uñas afiladas, aunque otras pensaban que las agujas de tejer jerséis, eran más efectivas. En cambio, los señores mayores, había cogido de su caja donde guardaban las herramientas, un destornillador. Aquello parecía una guerra con gente por el suelo o con heridas. Nunca pensé que el hecho de ir a comprar pudiese convertirse en una masacre.
Mi padre y yo corríamos por los pasillos, intentando esquivar a la gente sin tocarla demasiado. Cogí el último paquete de cereales que quedaba, también fruta, todos los lácteos que pude y por supuesto, el último rollo de papel higiénico. Conseguir papel higiénico fue una tarea ardua porque tuve que evitar que una señora con una aguja de tejer ganchillo alargada, me varease como a una aceituna. Aquello parecía un apocalipsis, pero en vez de haber zombis, había gente enfadada y desesperada hasta tal punto que arrasaban incluso con los yogures light.
-¡Celia! Coge todo, vamos a intentar salir de aquí como podamos.
Pagamos y corrimos lo más rápido que pudimos a la puerta, pero aquello no había terminado, porque a la gente que salía del mercado, los que entraban les hurtaban las bolsas de plástico.
Cuando llegamos a casa mi madre nos preguntó qué tal había ido, estaba pálida y ahora su pelo se había tornado en una mezcla de tonos grisáceos y marrones.
-Bueno, ha sido complicado, aunque Celia ha conseguido el último rollo de papel higiénico.
Minutos más tarde, nos sentamos a comer. Mamá había hecho un puré de verduras. Mientras comía, pensé en mi abuela. Ella estaba sola, no tenía nadie con quien compartir estos momentos de incertidumbre, ni siquiera podía salir a jugar a las cartas con sus amigas. Ojalá hubiese podido venir con nosotros, pero, yo prefería que se previniera, no sabíamos si alguno de nosotros estaba infectado.
“¿Es esto el futuro? ¿Gente muriendo mientras empresas privadas juegan a los dados con sus vidas? ¿Gente pegándose para sobrevivir? Si tenemos que despedirnos de nuestros seres queridos por medio de una pantalla, menudo futuro más turbio nos espera”

[Relatos en tiempos de confinamiento] 200 días a la sombra [Relatos en tiempos de confinamiento] 200 días a la sombra Reviewed by Lucía Garcia on marzo 31, 2020 Rating: 5

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