[Entramado de palabras] Grito de Guerra (Relato presentado al Visiones 2020, concurso realizado por la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror)

 


Buenas tardes. 
Hoy me gustaría compartir una entrada diferente.
En Marzo de 2020 la vida nos cambió a todos de una manera abismal. Yo no pasaba por una buena racha en mi relación con la escritura. Gracias a la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror  que convocó el Visiones 2020. El tema era la libertad de expresión, me atreví a darme una nueva oportunidad y reconciliarme con las palabras. Me gustaría compartir con vosotros el relato que presenté. Fue un relato muy duro de escribir, pero a la vez me hizo replantearme muchas cosas. 

Grito de Guerra

Jamás hay que dejar apagar el fuego de tu alma, sino avivarlo.”

Vincent Van Gogh.

No sé cuánto tiempo llevo sin lavarme el pelo. Se han dejado de oír ruidos en la calle, la vida ha dado un giro de 180º y nadie se lo esperaba. Todos los comercios están cerrados, también, los bares y las calles están desiertas. A las mujeres nos han puesto un chip que medía nuestras palabras. Miro la pantalla del mío, hay 300, el límite son 500 por día. No que pasa si me salto el límite de palabras establecido. He oído rumores sobre los castigos que te imponen pero no me los creo demasiado. Pensaba que mis hijos iban a tener una buena vida, pero seguimos encerrados en casa y, para colmo, mi hija no puede expresar aquello que siente. Me duele verla sufrir así, en un principio empezó a escribir en papel pero se ha agotado. Roberto no estaba de acuerdo con que le enseñase la lengua de signos, decía que estaba prohibido y que nos meteríamos en un buen lío. Cuando nos casamos él no era así, a lo largo del tiempo, le han llenado la cabeza de pájaros. La sociedad está manipulada, a veces veo a padres elegir el color de los chips de sus hijas de tres meses. Son leyes absurdas, pero casi nadie lo ve. Da la sensación de que estamos en un sueño, aunque más bien,es una maldita pesadilla. Hay veces que me quedo sorprendida con las cosas que Álvaro, mi hijo mayor, nos cuenta.

-Hoy a los chicos nos han enseñado matemáticas mientras las chicas hacían punto.

¿En qué sociedad una niña de doce años tiene que hacer calceta? Es algo que no puede entrarme en la cabeza.

Miro el reloj, pronto será la hora de la cena. De repente oigo una sirena, proveniente de la ventana del salón. Oteo entre cortinas sin ser vista.

Del coche de policía salen dos hombres uniformados, el primero es de complexión gruesa y de vez en cuando, se lleva un cigarrillo a los labios, soltando humaredas. El segundo es más delgado y tiene un bigote fino debajo de su puntiaguda nariz.

Llaman al timbre. Ignacio, nuestro vecino, les abre la puerta. Parece preocupado, viste albornoz magenta y se ha puesto sus gafas de ver.

Alicia sale corriendo a la puerta de la casa. Sus gritos se oyen desde nuestra ventana.

- No os la llevéis, no podéis hacerlo, es mi hija.

Después de aquellas palabras, escucho un ruido seco. De repente me sorprende la ligereza con la que cae su cuerpo al suelo. Uno de los hombres escupe al cadáver. Intento taparme los ojos. La niña sale al encuentro de su madre. Al verla muerta en el suelo, no puede aguantar las lágrimas y entierra su rostro entre sus diminutas manos. Cierro los ojos y cuando los vuelvo a abrir, la niña tiene los hombros atrapados por las manos de aquellos hombres trajeados y patalea. Mi marido entra en el salón.

- Vamos a cenar.

Observo cómo el coche se aleja, camino a la cocina esperando que ninguno de mis hijos haya visto aquello. La cena pasa rápido, no decimos ninguna palabra, solo hay miradas incómodas.

Cada noche vuelven aquellos hombres uniformados, siempre tienen el mismo método para actuar, llaman al timbre y se llevan a las mujeres. Algunas incluso acaban arrastradas por el suelo.

Hay veces que pienso en qué pasaría si le ocurriese algo a mi hija. Seguramente sería igual que la escena que presencié desde la ventana y yo acabaría muerta. Ser mujer es un infierno, no puedes hacer nada para conseguir que tu hija sobreviva.

Vivimos en un piso de una habitación, amueblada con una cama. Tenemos armarios en el pasillo pero aun así es un suplicio vivir en esa casa tan estrecha y poco a poco, la convivencia se va turbando más. La calle en donde vivimos es larga, hay edificios grises y ausencia de naturaleza. Ya nada es como antes. Ahora los niños no corren por la calle, la nueva normalidad dura mucho. Lo máximo a lo que aspiran las mujeres es a casarse con un buen marido y a que no se les acaben las palabras del contador.

Cada noche las sirenas de la policía me despiertan, las luces se cuelan por las rendijas de la habitación y puedo oír voces aunque están bastante lejos como para que pueda escuchar lo que hablan.

A veces mi hija me pregunta, no sé qué decirle. Intento responder con evasivas. Ella me mira conforme. Sé que es lista, que sabe que le he mentido. Intento autoconvencerme de que la protejo, pero siempre fallo.

A la mañana siguiente me despierto. Mi marido ya se ha ido a trabajar. Me levanto de la cama intentando que los niños sigan durmiendo un poco más. Camino a la cocina enfundada en una bata. El chip de mi brazo se ha reiniciado, comenzando un nuevo recuento de palabras.

Preparo las tostadas, en silencio, a veces disfruto de mi soledad. No quiero poner la televisión para no amargarme. Me entretengo tarareando alguna canción. Aún recuerdo las canciones que me cantaba mi madre, antes de que la música fuese un bien del que solo los ricos podían aprovecharse. Mi hijo pone la vieja televisión. Hoy le toca hablar al presidente. Dejo el cuchillo en la encimera, no quiero lanzarlo. Dice que las niñas ahora tendrán que dejar su vientre al servicio de la patria. Llena de ira cojo el cuchillo de la encimera. El chip del brazo de mi hija brilla con una luz tenue. Aprovechando la ocasión introduzco el cuchillo en la muñeca que tiene apoyada sobre la mesa haciendo caso omiso de sus gritos. Está manchada de sangre, pero por fin ha salido. Ella ya puede ser libre, vivir.


[Entramado de palabras] Grito de Guerra (Relato presentado al Visiones 2020, concurso realizado por la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror) [Entramado de palabras] Grito de Guerra (Relato presentado al Visiones 2020, concurso realizado por la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror) Reviewed by Lucía Garcia on febrero 10, 2021 Rating: 5

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