[Relatos:] Los susurros del laberinto (Día 4, Twitchtober)

 De Egipto viajamos otra vez con los monstruos de la mitología. En este caso la premisa era humanoide y claro, el humanoide más conocido en esta mitología está encerrado en un laberinto que puede llegar a dar mucho miedo. ¿Te atreves a entrar en este laberinto que respira? 

Foto de Jonny Gios en Unsplash

Los susurros del laberinto.

Teseo se adentró en el laberinto. El hilo de Ariadna estaba tenso como si fuese una frágil promesa de escape. La oscuridad era palpable, poco a poco se deslizaba susurrando secretos que solo aquellos muros de piedra fría podían entender. El aire estaba cargado de humedad, un asqueroso olor a sangre vieja le erizaba la piel.

Sus pasos resonaban en la inmensa cavidad, amplificándose por la arquitectura tortuosa. Aquellas paredes estaban cubiertas de jeroglíficos que parecían retorcerse ante su mirada, provocando una sensación de vértigo.

Aquello no era solo una construcción, era un organismo vivo que se iba burlando de sus sentidos. Se retorcía como una creación contra-natura. Aquella oscuridad se hacía más opresora, el corazón le latía con fuerza.

Un ruido ensordecedor llegó hasta sus oídos. Cada momento estaba más cerca. Él solo pensaba que era una leyenda, corrían rumores por la ciudad. Ahí estaba, aquella figura imponente con cabeza de bovino. Avanzaba con sus pies gigantes resquebrajando las piedras del suelo.

El hilo que le había hecho sentir una falsa sensación de seguridad ya no estaba allí. Al ver semejante humanoide, Teseo sintió una oleada de frío. Ese era el minotauro del que tanto había oído hablar. A medida que más notaba su aliento de burel, la oscuridad se hacía más opresiva.

No sabía cómo iba a salir de aquella aventura. El hilo se había desintegrado, así que estaba a merced de aquel laberinto y de la criatura.

Las paredes comenzaron a contorsionarse como circenses en un show. Antes aquello era el escenario de su pesadilla, ahora se había convertido en un ente maligno que intentaba acabar con su vida.

Intentó sacar la espada como pudo, pero el mango de esta resbaló entre sus dedos y cayó al suelo haciendo un ruido metálico.

No había comenzado la batalla y ya estaba rindiéndose de rodillas.