[Twitchtober:] Día 13. Lugar Secreto (Tártaro)

Buenos días, buenas tardes, buenas noches lectores. La premisa de este lunes tan maravilloso es Lugar Secreto y yo he escogido el tártaro porque es un lugar muy profundo del inframundo griego.

Lugar más profundo del inframundo griego, el Hades. Según Hesíodo surge de Caos y Gea . Zeus encarceló allí a los titanes tras la titanomaquia, y habría desde la tierra la misma distancia a este que de el cielo a la tierra (un yunque tardaría 9 noches y días en caer) . Tiene una valla de bronce, y la noche oscura lo rodea dando tres vueltas, como un collar . Para Virgilio , sin embargo, se trata de una región a parte y sus puertas son de adamantino, con una torre de hierro desde donde custodia Tisífone. Su distancia doblaba la distancia entre el cielo y la tierra. Allí estaban destinados los asesinos, tramposos, mentirosos, ávaros, adúlteros, belicistas y demás malhechores (además de los titanes)

El relato que traigo hoy se titula Las lágrimas del Tártaro y espero que lo disfrutéis

Las lágrimas del Tártaro

En las profundidades más hondas del Tártaro, donde el silencio tiene peso y el aire huele a hierro antiguo, una mujer llora. Sus lágrimas no tocan el suelo —pues allí no hay tierra, solo abismo—, sino que flotan como pequeñas lunas oscuras en la penumbra eterna. Nadie recuerda su nombre. Algunos murmuran que fue una reina que desafió al destino; otros, que amó a un dios y traicionó su promesa.

Su llanto no nace del castigo, sino del recuerdo. Cada sollozo despierta imágenes rotas: un jardín dorado, un rostro perdido entre la bruma, un juramento olvidado por los siglos. Pero en el Tártaro no hay amanecer ni olvido, solo un presente que arde y se repite.

Los condenados que cruzan su senda se detienen, sin saber por qué. Por un instante sienten alivio, como si su pena fuera un pozo donde las suyas pudieran descansar.

Cuentan que cuando el río Leteo desborda sus aguas, es por sus lágrimas. Y que, a veces, las estrellas más bajas del firmamento parpadean con un brillo húmedo: el eco de aquella mujer que sigue llorando entre el castigo y la memoria.