[Twitchtober:] Día 26. Cerraduras (Arquetu)

 

Buenos días, buenas tardes, buenas noches lectores. 

Ya se va terminando el twitchtober. Hoy día 26 tenemos la premisa de Cerraduras y volvemos a Cantabria con el Arquetu. 

El Arquetu se describe como un anciano de largas melenas rojas vestido con un hábito blanco salpicado de pintas moradas. Lo más característico es que en su frente tiene una cruz verde rodeada de llaves y candados pintados. Lleva colgado al hombro derecho una talega del color de las nubes cuando relumbra el sol y debajo del brazo izquierdo un arca de oro con adornos de plata y bronce pulido. Camina muy despacio y nadie sabe de dónde viene ni adónde va.

El relato que traigo hoy se titula El arquetu y la luna vieja y como siempre, espero que os guste. 

El arquetu y la luna vieja

En las montañas asturianas, donde el bosque se enreda con la niebla y los ríos murmuran historias antiguas, vivía el arquetu, una criatura de ojos hundidos y piel gris como la ceniza. Dicen que fue humano una vez, pero que la avaricia lo retorció hasta convertirlo en sombra. Desde entonces vaga entre los árboles, buscando niños perezosos para devorarles el tiempo que desperdician.

Una noche de luna vieja, el arquetu encontró a un muchacho dormido junto al fuego. Soñaba con riquezas, con días sin trabajo y con montañas de pan sin tener que amasar. El monstruo sonrió —o lo intentó—, y extendió sus manos huesudas para robarle los minutos. Pero cuando sus dedos tocaron al joven, algo extraño ocurrió: la luna, cansada de verlo alimentarse de la holgazanería humana, descendió desde el cielo.

—Basta, arquetu —susurró con voz de plata—. No hay castigo eterno que no pueda redimirse.

Y con un rayo de su luz, le devolvió el corazón que había perdido siglos atrás. El arquetu lloró por primera vez, y sus lágrimas se convirtieron en gotas de rocío.

Desde entonces, dicen los pastores que cuando la niebla baja y el bosque huele a lluvia, el arquetu camina en silencio, ayudando a quienes trabajan con el alma cansada, como penitencia por todos los años en que robó el tiempo de los demás.