El Mokèle-mbèmbé (en lingala "el que detiene los ríos"), también conocido como mbulu-embembe en Camerún, nyamala y amali en Gabón, es una bestia común de la mitología de varias culturas del África Central; principalmente pigmeos. Mayoritariamente se la ubica en los pantanos del río Likouala-aux-Herbes en la República Popular del Congo. En la República Centroafricana recibe diversos nombres: los banziris le llaman songo, los bandas, badigui ("diablo acuático"); en el distrito de Birao recibe el nombre de guanerú; en Baya se le llama diba. Las historias sobre el Mokèlé-mbèmbé son aparentemente un antiguo componente de la tradición oral de varias tribus africanas, entre ellas la de los pigmeos. Los pescadores nativos muestran una especial aversión a ciertas zonas pantanosas en donde se cree que habita la criatura, en vista de su presunta habilidad para cazar humanos.
Kombé y el pasado.
En el río Likouala, donde el agua se vuelve oscura y los manglares se enredan como dedos opacos, los ancianos hablan de un guardián capaz de respirar bajo la superficie: el Mokèlé-mbèmbé.
Kombé, un joven pescador había crecido con esas historias desde niño. Decían que la criatura era más grande que una canoa larga, con cuello de serpiente y cuerpo de elefante. Al mover la cola removía el cauce como si un fastuoso trueno se hundiera en el agua. Cuando el sol se escondía rojizo sobre la selva, se aventuró más allá de lo permitido, siguiendo el rumor de las olas donde nadie más era capaz de entrar.
El silencio fue súbito. Ni pájaro ni mono ni insecto. El agua se abrió de golpe y un lomo gris emergió, cubierto de algas y cicatrices. Un cuello inmenso se alzó como una torre líquida. Dos ojos antiguos lo miraron con una expresión tranquila.
El joven tembló, seguro de haber encontrado a aquella bestia de las leyendas. El Mokèlé-mbèmbé no rugió ni atacó: soltó un suspiro grave.
Volvió a su aldea sin peces, pero con un secreto: había mirado al pasado del mundo y el pasado le había devuelto la mirada.

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