[Reseña:] Bingo, drama y una dosis de realidad: Lana Corujo lo logra

Hola lectores. 

Hoy vengo a hablar de una de mis últimas lecturas. 

Han cantado bingo es una novela escrita por  Lana Corujo, una mujer nacida en Lanzarote y sin duda puedo decir que es una de las novelas que más me han llamado la atención del catálogo de Reservoir Books (que tiene verdaderas joyas). 

La historia cuenta la vida de dos hermanas y un juego de infancia. Mientras que su abuela está en el bingo las hermanas aprovechan para escaparse a El Ahorcado, un volcán redondo como una panza bocarriba, cuentan hasta tres y corren de vuelta sin mirar atrás. Sin embargo, una noche algo cambia… porque una vez traspasado el terreno de una infancia violenta, ¿Cómo se mira el mundo?

La novela arranca con un juego casi místico: cada noche, antes de que la abuela regrese del bingo, dos hermanas escapaban furtivamente hasta “El Ahorcado” —un volcán de forma inconfundible—, contaban hasta tres y corrían de vuelta sin volverse. Pero en una de esas escapadas, algo se quiebra: el terreno de la infancia violenta se revela, y nada vuelve a ser lo mismo. 

La novela se estructura en quince capítulos, coincidentes con la edad de las protagonistas, la narración nos sumerge en los diez minutos que dura una partida de bingo en los que pueden pasar cosas mágicas y donde la cotidianidad puede cambiar. 

Es un libro que mezcla lo cotidiano y lo fantástico, descubrimos a una familia marcada por un don heredado y sufrido, los silencios cargados de culpa y la magia oscura de Lanzarote, con su paisaje agreste y volcánico como presencia constante. 

Sin duda la estructura de esta novela es un bingo emocional.  Los juegos pueden parecer inocentes pero a lo largo de los quince capítulos se revela lo oculto y los traumas familiares. 

En esta novela el juego es una forma de no perder la cordura. La infancia de las protagonistas no es idílica ni perfecta, solo una en la que recuerdos reseñables y pesadillas son capaces de convivir en la memoria de las protagonistas. 

El contraste del lenguaje tierno al lenguaje brutal que utiliza la autora queda muy bien en la novela, nada es lo que parece y así nos lo muestra con su narrativa y su gran ambientación. 

En Han cantado bingo, lo cotidiano está lleno de grietas. Las verbenas, los cuartos compartidos, los olores del verano y las supersticiones familiares forman una atmósfera que resulta tan entrañable como perturbadora. Y eso es, precisamente, lo que hace que la novela duela: no hay golpes de efecto, sino pequeñas revelaciones que se clavan despacito, como una ficha mal puesta en el cartón.